La candidatura de las mujeres
Noticias de ayer
En este artículo para «Muchas Gracias»el periodista Juan de Almanzora narra el papel de las mujeres (que aún no podían votar) en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931.
Los resultados causaron la caída de la monarquía y la proclamación de la Segunda República Española.
¡Espero que lo disfrutéis mucho!
Madrid, 25 de abril de 1931
Por Juan de Almanzora

Se han pasado las elecciones.
Las mujeres han intervenido en la contienda electoral con el entusiasmo acostumbrado en ellas, siendo muchas las que han llevado a sus maridos a los colegios electorales para que emitan sus sufragios.
Y todos han votado.
Vaya si han votado.
La mayoría de los hombres querían quedarse en la cama.
Pero no les salieron bien sus cuentas.
Despiertos más temprano que ningún día, tuvieron que levantarse de prisa y que vestirse más de prisa todavía, para ir a cumplir sus deberes ciudadanos.
—Pero mujer…—decía mi amigo Reveriano—. Déjame dormir.
—No es posible. Tienes que ir al colegio.
—¿Al colegio yo, que soy jefe de negociado en la oficina dedicada al estudio de la psicología del atún?
—Sí, señor. No hay otro remedio.
—Vamos, vamos; anda.
—El que tiene que andar eres tú, que no puedes eludir tus compromisos cívicos.
Y quieras que no, tuvo que levantarse el pobre Reveriano, al que le parecía tan absurdo como anómalo aquello de ir al colegio, y a sus años.

Pero como el hombre propone y la mujer dispone, como dijo el clásico, tuvo que obedecer Reveriano a su costilla que, además de obligarle a votar, le impuso una candidatura republicano-socialista, que defendió Reveriano con un heroísmo rayando en la locura.
Aquella candidatura triunfó.
Era la de las mujeres.
Era la de su mujer.
Era la defendida por el sexo débil, que si fuera fuerte, ignoramos como sería.
Comentando el resultado de las elecciones y el triunfo obtenido por su candidatura, decía la mujer de don Reveriano con una vanidad admirable:
—Hemos triunfado. Trabajillo nos costó: pero vencimos. Y es que para vencer en estas cuestiones, como en todas las cuestiones, las más indicadas somos las mujeres, que somos las que mejor movemos el asunto.
Nosotros creemos que la costilla de Reveriano tenía razón, porque desde Adán y Eva, sin ir más lejos, las que mejor mueven el asunto son las mujeres.
«No tenemos voto, pero mañana es preciso que estemos todas las mujeres obreras en las calles, en las puertas de los colegios electorales y donde hagamos falta».
Claudina García para El Socialista (número 6918) el 11 de abril de 1931.